MIGUEL ÁNGEL ANDRADE
DÓNDE TE ENCUENTRO
si no es casual que yo toque puntos cardinales
por qué me obliga a escribir
tu geografía de relámpago y piedra
será que no hay manos más culpables
palabras más extrañas
que las que mi celo designa a tus pupilas
tus movimientos penetran mi embriaguez
cierran el círculo de mi sed enfebrecida
retiras depositas
retiras depositas
retiras tu calor
depositas tu veneno
en el instante mismo
que compruebo tu violencia
y no es que sea la última vez
pero a morir deseo que no se fuguen
tus caderas de mis manos.
LA TARDE APRIETA los dientes
me he ido quitando los colores del sonido
los placeres de la respuesta ya tienen la misma
reacción en mis adivinaciones
espérame dónde estoy
en qué punto de la tarde mis armas se disuelven
será una escalera una puerta sin ventanas
el paso de una mosca por el agua
es en esta cama donde me siento inusitado
donde todos los vapores del ensueño
van dejando su rastro de apetencias
es en este cuarto
en esta calle paralela
en la ciudad ésta que me resigna
a seguir perdiendo la mirada en todas partes
cuántas piedras tienen un rasguño de mis ojos
a cuántas peatones propuse
un viaje por las costas del extravío
no recuerdo
no logro subir las anclas de la memoria
se arrepintieron los errores
todas las hojas en caída acabaron por arrepentirse
volé
a ras de viento
ejecuté en las calles las marchas del verano
pero la ciudad no se inquietó
el banco de las correspondencia siguió cobrando
los ángulos no se abrieron
ni las fuentes se burlaron
la lluvia quebró mis piernas con su temblor pendiente
mi ademán perdió su ruta por seguir el juego
tengo la mente parada
cómo ceñir la piernas de la ciudad a mi cintura
(…)
si está lloviendo en ésta hora
no salgan con la mirada fértil
mi sudor ha disparado gacelas blancas
y luces de reclamo.
A MÍ ME VOLVIÓ LOCO la mañana
la sangrante claridad de la armonía
tuve que volar para abandonarme
visitar las sombras y dejar en prenda mi deseo
carecía de la locura necesaria para mudar la piel
surgí de la noche en descomposición
con los poros abiertos el sudor en la sonrisa
desperté para sentir en mi corazón
todo el rencor de las palabras
para sentirme ridículo
avergonzado por despertar
sí es verdad
desperté vomitando mariposas
tenía las uñas bifurcadas
los ojos trasegados por haber mirado
de frente las combustiones de la tarde
conseguí vender los espacios de mi respiración
poner en ruinas mi adolescencia
predecir era poner una grieta a mis equivocaciones
apostar por la razón
sabiendo que tenía las patas oxidadas.
LA MEMORIA TIENE viejos visitantes
los cerdos encebrados
tragan su semen
de excremento alimentan sus criaturas
que nadie me diga cómo abrirles la vergüenza
no hay respuesta
no hay piedra que suene en el hueco de su mente
andan de rodillas
con la cola al cuello
y un trozo de cerebro fresco
para cuando no abunde la carroña.
EN EL CAMINO hallamos
las corrientes cíclicas
del amor improvisado
hubo que nublar la mirada
con en el humo de la ansiedad
en oración nocturna te llamaba
con lo dedos en la punta del ardor
¿hay acaso
pared más luminosa que la del cuerpo?
bebo en tus pulmones el vino
tinto del amor ilusionado
tu cuerpo se dispersaba en manantiales
de estupor y agonía
ondas que se anudan
callan
y desaparecen
mi gusto no tenía color
pero fue el puente salino de tu espalda
lo que me condujo a la lujuria.
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