Monday, February 16, 2004

GERARDO ARTURO ZEPEDA ORDORICA

Puente en una sola orilla

Algo me ha arrancado de ti
y nadie parece darse cuenta
ni el espejo, ni la carta final
que jamás leeremos.

¿Los besos se preguntan dónde
dónde las bocas se extraviaron?
A dónde emigran los cuerpos que la noche ha unido,
para entender que detrás de ti y anocheciendo,
las bocas son palabras que se callan.

¿Qué se tuvo que romper para que el amor
subiera de entre los muertos a preguntar por ti?
¿Por qué con cruces se atraviesa el alma?
¿Por qué sangre en vez de una batalla?
¿Por que un pecho siempre habrá de inmolarse
cuando el amor asesino nos caza traicionero?

¿Dónde quedó todo el amor de tu aliento pronunciado?
¿Dónde Trastevere y tus ojos, dónde
la sal de tu pecho y las calles empinadas de La Paz?
¿Por qué sólo como última palabra, tu espalda de adiós definitivo?
El abismo que nos traga se llama tiempo,
un rencor sin alas, incógnito, que nos deja muertos y solos.

(de Prometeo para desesperados)


Vetmia e rendonte

Llevo los días encima como un destino inescapable,
la sangre, sus ratos alegres,
el olor del pasto cortado en el jardín,
la boca sin nombre del primer beso.

Me atrapa la hondura del lago sordo
donde patalean los rencores,
donde las piedras se han puesto sobre la espalda
de las hijas pródigas del tiempo.

Ayer la tarde era un comienzo.
Hoy apenas un puente para salvarme al otro lado
donde me esperan todos mis muertos.
Y yo me sigo preguntando, dónde,
dónde se va guardando la vida,
en sacos de sombra en el sótano del tiempo
o en el futuro que viene con las noticias del pasado
como un texto profético que llega tarde.

(de Retrato imaginario de las horas)


Noción de lo inasible

Cómo decir que todo pasa
que la eternidad es una imagen,
es tu voz llamando mi nombre;
¿Cuál es mi nombre?
Un rato de calma, volcán dormido,
un minuto de noche siempre,
una tarde lluviosa.

El tiempo y sus nudos algún día se rompen
y desatan los días torpes.
La tristeza abre la puerta
para darle vida a los errores.
Dolores ya transcurridos,
a la sombra de un nombre
un rumor de letras poco claras,
se clavan en tu cuerpo, estás sola.

Algún día, sin saber dónde inventaste mi rostro
o en cuál plaza hay una calle con mi boca,
me buscarás, abrirás la ventana y te cruzará
la sensación odiosa de levantarte sedienta,
buscando una voz para tu cuerpo.

Será el amor apenas un instante,
un hotel de paso, un perfume,
un sabor imaginario a fruta.
Seremos polvo y algunas letras,

Del presente sólo nos queda una memoria anticipada.
Ahora todo pasa y encuentra su lugar bajo las horas.
Todo suma, se multiplica y nos engaña
mira las ramas, tienen árbol,
mira cómo el amor sucede cuando se va.

(de Duele una mujer en todo el cuerpo)


Breathless

Cayeron mis brazos guillotinas de la fe.
No voy a perseguirte más,
ni ladrar como un ingrato que nadie me comprende.
Luchar tan sólo para volverse lodo metafísico,
pantano donde creció el amor,
donde ya las consecuencias caen podridas del árbol.
Se derrama el canto donde hay apenas voces
y un sabor a derrota se escurre por mi boca.

El amor, ese jugo o cicuta explicativa,
porción fecal del sueño primigenio,
límite infinito de lo que llamamos universo
y es en verdad apenas una fuga,
un impulso por morir acrisolado.

A quién le importa el agujero negro que habrá de tragarnos algún día
A quién las grietas que en la soledad existen
Todo se aclara en el tamiz de las explicaciones
las verdades a medias, las escaleras infinitas para llegar a otra escalera.
El amor muere cada noche, subterráneo, sin luces ni palabras.

(de Duele una mujer en todo el cuerpo)


Canto donde se habla de astillas

Inmanente al agua como la espuma
la vida es un dolor que se evapora.

Todo muere un poco cada tarde.
El viento mece las preguntas
que habrán de venir algún día.

Lento en el andar,
se desvanecen los secretos;
palabras sólo en el eco del día
se callan, mueren impronunciadas.
La soledad no tiene voluntad de irse
por eso hay que arrastrarla al fondo,
cocodrilo que llora y muerde al mismo tiempo.
Así se hundieron las horas de mi vida,
tormentas febriles que escampan,
han muerto de tristeza como es obligación de los recuerdos.

Lejos, la ciudad muere con las calles de mi vida.
Permanezco mudo, diminuto, ante este espejo
mirando las horas rompiendo infatigables como olas.

(de Retratro imaginario de las horas)


Poema V

Mi casa es de madera
y mi corazón de lucha
dije bajo el cielo en calma
en un rincón de mis anhelos

Todo se rompió con naturalidad de piedra
y se me puso en la espalda
el primer triunfo del fracaso

(de Grietas en la soledad)



Aproximación a la caída

El destino natural del infeliz,
mascullando,
veneno de otras latitudes, vuelve.
Ha muerto en el desierto y su fauna de reptiles
nos mira, llueven las grietas
por donde Dios se ha fracturado.
Nada corresponde al temor,
ni el tiempo difícil de las despedidas,
Amor, tantas noches hasta llegar a ti,
alborotadas noches de negar la mentira
y sin tregua, dejarse embaucar por la serpiente
que nos ofrece tu manzana a cambio de la sangre.
Quisiera por fin poner en algún lugar el techo,
dejar fija en la tierra la sombra,
cualquier pretexto, cualquier desastre,
ver convertido en profecía fatal.
La cama del enfermo, la mano del condenado a muerte.
La muerte lenta, anunciada, como el quiste inicial
del cáncer que habrá de enloquecernos.
Cercana al pómulo, la soledad nos guiña el ojo y
nos lleva de la mano hasta la guillotina.

(de Si muero quién alimentará mi espejo)

MIGUEL ÁNGEL ANDRADE

DÓNDE TE ENCUENTRO
si no es casual que yo toque puntos cardinales
por qué me obliga a escribir
tu geografía de relámpago y piedra

será que no hay manos más culpables
palabras más extrañas
que las que mi celo designa a tus pupilas

tus movimientos penetran mi embriaguez
cierran el círculo de mi sed enfebrecida

retiras depositas
retiras depositas

retiras tu calor
depositas tu veneno
en el instante mismo
que compruebo tu violencia

y no es que sea la última vez
pero a morir deseo que no se fuguen
tus caderas de mis manos.


LA TARDE APRIETA los dientes
me he ido quitando los colores del sonido
los placeres de la respuesta ya tienen la misma
reacción en mis adivinaciones

espérame dónde estoy
en qué punto de la tarde mis armas se disuelven

será una escalera una puerta sin ventanas
el paso de una mosca por el agua

es en esta cama donde me siento inusitado
donde todos los vapores del ensueño
van dejando su rastro de apetencias
es en este cuarto
en esta calle paralela

en la ciudad ésta que me resigna
a seguir perdiendo la mirada en todas partes

cuántas piedras tienen un rasguño de mis ojos
a cuántas peatones propuse
un viaje por las costas del extravío

no recuerdo
no logro subir las anclas de la memoria


se arrepintieron los errores
todas las hojas en caída acabaron por arrepentirse

volé
a ras de viento
ejecuté en las calles las marchas del verano

pero la ciudad no se inquietó
el banco de las correspondencia siguió cobrando
los ángulos no se abrieron
ni las fuentes se burlaron
la lluvia quebró mis piernas con su temblor pendiente
mi ademán perdió su ruta por seguir el juego

tengo la mente parada

cómo ceñir la piernas de la ciudad a mi cintura

(…)

si está lloviendo en ésta hora
no salgan con la mirada fértil
mi sudor ha disparado gacelas blancas
y luces de reclamo.



A MÍ ME VOLVIÓ LOCO la mañana
la sangrante claridad de la armonía
tuve que volar para abandonarme
visitar las sombras y dejar en prenda mi deseo

carecía de la locura necesaria para mudar la piel
surgí de la noche en descomposición
con los poros abiertos el sudor en la sonrisa
desperté para sentir en mi corazón
todo el rencor de las palabras
para sentirme ridículo
avergonzado por despertar

sí es verdad
desperté vomitando mariposas
tenía las uñas bifurcadas
los ojos trasegados por haber mirado
de frente las combustiones de la tarde

conseguí vender los espacios de mi respiración
poner en ruinas mi adolescencia

predecir era poner una grieta a mis equivocaciones
apostar por la razón
sabiendo que tenía las patas oxidadas.



LA MEMORIA TIENE viejos visitantes

los cerdos encebrados
tragan su semen
de excremento alimentan sus criaturas

que nadie me diga cómo abrirles la vergüenza
no hay respuesta
no hay piedra que suene en el hueco de su mente

andan de rodillas
con la cola al cuello
y un trozo de cerebro fresco
para cuando no abunde la carroña.


EN EL CAMINO hallamos
las corrientes cíclicas
del amor improvisado
hubo que nublar la mirada
con en el humo de la ansiedad

en oración nocturna te llamaba
con lo dedos en la punta del ardor

¿hay acaso
pared más luminosa que la del cuerpo?

bebo en tus pulmones el vino
tinto del amor ilusionado

tu cuerpo se dispersaba en manantiales
de estupor y agonía
ondas que se anudan
callan
y desaparecen

mi gusto no tenía color
pero fue el puente salino de tu espalda
lo que me condujo a la lujuria.